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Extracto:Ese domingo se supone que es uno de los más importantes para el país, porque se determinará el rumbo de la economía para los próximos 3 años.
*Ese domingo se supone que es uno de los más importantes para el país, porque se determinará el rumbo de la economía para los próximos 3 años.
Solamente faltan tres domingos para una de las elecciones más importantes en México, la del próximo 6 de junio de 2021 en la que se renovará la Cámara de Diputados (cámara baja), así como 15 gubernaturas y miles de alcaldías en todo el país.
La gran pregunta es si dicha elección determinará en alguna medida la trayectoria del peso mexicano en las semanas previas.
Como señalamos, se trata de una elección crucial porque de la forma en la que quede compuesta la cámara baja se determinará si sigue la autollamada Cuarta Transformación, que no es otra cosa más que un cambio de modelo económico, político y social, que el actual presidente Andrés Manuel López Obrador, ha instrumentado desde su llegada al poder el 1 de diciembre de 2018, ante lo que él considera el fracaso del modelo neoliberal.
Pero no es algo fácil, este nuevo modelo tiene vicios de origen, y se complica más por una instrumentación caracterizada por el encono y el enfrentamiento, que se origina precisamente desde la presidencia del país.
En medio del encono nacional y con una pandemia que golpeó como pocas en el mundo a la economía de México, estamos muy cerca de arriba a la cita del 6 de junio, en la que en los hechos se decidirá la continuación de este nuevo modelo económico que pocos éxitos ha tenido en materia económica, o se detienen cuando menos a nivel de congreso.
La pandemia fue desde luego un parteaguas en este escenario, pandemia que fue calificada por el primer mandatario como “anillo al dedo” para sus planes de cambio en el país, pero que los hechos han demostrado que fue un duro golpe a la economía.
El peso, más cerca del dólar que de los sucesos políticos locales
En realidad, el peso mexicano está totalmente atado a lo que sucede en los mercados, especialmente con el dólar y la economía de Estados Unidos, más que con la política local, en donde hay plena incertidumbre.
La cotización promedio del peso en este año es de 20 unidades por dólar, a veces arriba o debajo de dicho nivel, pero en los hechos es el precio promedio y punto de cálculo para todo tipo de operaciones en el mercado cambiario local y de hecho en los mercados internacionales.
Este precio es relevante porque se ha mantenido por mucho tiempo ya, casi desde que la paridad “regresó” de aquella debacle que la llevó a tocar los 25 pesos por dólar en abril del año pasado, en el punto más álgido de la pandemia.
La cotización de 20 unidades por dólar representa entonces el nivel de equilibrio para la que es considerada la divisa más líquida de las monedas emergentes.
Y dicha cotización tiene mucho más que ver con las condiciones de los mercados estadounidenses, especialmente con los mercados de bonos, que con la situación política interna de la moneda.
No podríamos explicar la relativa fortaleza del peso sin los constantes flujos de inversión a los mercados financieros mexicanos de capitales extranjeros que atraídos por la tasa de interés de 4 por ciento anual, invierten esos flujos y aprovechan el diferencial de tasas, recordemos en Estados Unidos la tasa está cercana al cero absoluto.
Tampoco podemos olvidar que el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos, la Fed, tiene a disposición del Banco de México una línea de crédito swap por hasta 60 mil millones de dólares, que le permiten al banco central mexicano disponer de liquidez en periodos de presiones para la moneda mexicana.
De modo que, salvo por la posibilidad de que suceda algo extraordinario, hasta el momento no se observa la probabilidad de que el resultado de la elección del próximo 6 de junio, sea cual sea, vaya a modificar la tendencia de la moneda mexicana.
En los hechos, con o sin cambio de modelo económico, lo que es un hecho es que México seguirá como una especial de satélite de la economía estadounidense, por lo que muchas veces resulta vez más relevante lo que sucede en Wall Street, que lo que pasa en la todavía agitada vida política de un país que sigue dando tumbos económicos probando ahora un modelo más, de los muchos que no lo han logrado sacar del subdesarrollo.
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