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Extracto:El Gobierno refuerza controles con el fin de neutralizar la lluvia de pesos. Los economistas opinan que esas políticas pierden eficacia y advierten riesgos.
“Resulta contradictorio que el Gobierno tome medidas para poner plata en los bolsillos y pretenda que eso no termine yendo a precios”. La reflexión pertenece a la economista y directora de Eco Go, Marina Dal Poggetto, y alude a los estímulos para impulsar el consumo, por un lado, y a los múltiples controles, cepos y restricciones para evitar que se dispare la inflación aún más. Aplicar fuego y agua al mismo tiempo para recuperar votos en las elecciones pierde efectividad, coinciden los analistas.
Según un informe de la consultora Equilibra, el Gobierno tomó 12 medidas para volcar dinero al mercado y reactivar la economía: suba del salario mínimo, jubilación anticipada, obras públicas, extensión del Repro, nuevo piso en Ganancias, amnistía fiscal y créditos para pymes, entre otras. Hay más en carpeta, como una nueva edición del IFE (Ingreso Familiar de Emergencia), bonos a jubilados y un refuerzo de la AUH.
El Gobierno, como contrapartida y para neutralizar que la “lluvia de pesos” impacte en la inflación, presiona tarifas, plancha el dólar y profundiza los controles sobre comercios y empresas. La más activa es la secretaria de Comercio Interior, Paula Español, que reclama a los supermercados y fabricantes una tregua de precios, hasta fin de año. “A pesar de eso, tenemos una inflación interanual de 51%, con subas mayores en alimentos (53%) y la indumentaria (63%)”, enumera Guillermo Oliveto, director de la consultora especializada W.
En realidad, interpreta este economista, e los aumentos son la consecuencia de la alta emisión monetaria, una herramienta que el Gobierno utilizó durante la extensa cuarentena del año pasado. En términos de inflación, “la factura de 2020 se está pagando en 2021”, grafica Oliveto y agrega: “Simbólicamente, si la pandemia fue la guerra, hoy estamos atravesando la posguerra”.
Frente a esto y por las necesidades de revertir el resultado adverso de las PASO, el Gobierno trata de alentar el consumo, con dinero y créditos blandos, como la extensión XL del Ahora 12. Y para proteger los ingresos de la población, redobla el monitoreo en góndolas y fábricas, con dos banderas: Precios Cuidados y Súper Cerca.
Así y todo, hasta agosto las ventas de artículos masivos (alimentos, bebidas, tocador y limpieza) “acumulan una caída de 5%”, dice Oliveto, pero con un comportamiento dispar según el canal de comercialización. “En supermercados aumenta 2% y en autoservicios retrocede 11%”. Eso ocurre, según su opinión, porque los precios controlados aplican solo en las grandes cadenas. “No funciona para bajar la inflación, pero sí cambia la dinámica de consumo.”, dice.
Lo primordial para el Gobierno es recuperar el poder de compra de los salarios y contener los precios. Puede resultar en el corto plazo, dice Lorenzo Sigaut Gravina, pero aclara que “el principal problema de apelar al ancla cambiaria y tarifaria es solo una victoria pírrica: cuando se levanten, la inflación volvería a acelerarse”, dice. Y advierte que “si el Ejecutivo se enamora del esquema de anclas, con la acumulación de subsidios y atraso cambiario, se corre el riesgo de terminar con más inflación que antes”.
Dal Poggetto recalca que impulsar la demanda con emisión produjo una enorme dispersión de precios. “La inflación ronda el 3%, pero con una combinación de precios congelados y otros que suben al doble”, explica. No solo eso. La especialista indica que las políticas de controles que aplica el Gobierno son parciales y que pueden pisar una parte de la canasta, pero no toda. Un producto -un alimento- tiene costos cruzados y algunos de ellos están liberados, como el packaging. “A las prepagas les otorgaron subas del 10% en 4 cuotas, pero los medicamentos subieron 50%”, ejemplificó.
Dal Poggetto insiste: “El Gobierno pisó tarifas, tasas y el dólar oficial y en ese juego hubo ganadores y perdedores. Porque los costos de algunos sectores inciden en los precios de otros”. Se trata de un problema estructural que viene desde lejos y que no empezó con la pandemia. “Venimos con una inercia inflacionaria por arriba del 50% desde 2018”, analizó.
Belén Rubio, economista de la consultora Abeceb, coincide: “Los controles solo pueden contener en forma puntual los movimientos de algunos productos, pero la presión de costos, tarde o temprano, afecta a la producción o a los precios al consumidor”, sintetizó la experta.
Rubio dio varios ejemplos ilustrativos: “Desde diciembre, los productos metálicos básicos aumentaron 48%, las materias primas textiles 38%, la madera y productos de madera un 51% y los insumos químicos básicos un 55%. Tarde o temprano, estos incrementos o se trasladan al consumidor o ponen en riesgo la continuidad de las líneas de producción”, enumeró la economista.
Tales dificultades implican un enorme desafío para un Gobierno que intenta mejorar el humor social con miras a las elecciones de noviembre. Por lo pronto, Español intensifica los contactos con supermercados, comercios y fabricantes de productos masivos para comprometerlos a evitar subas en la canasta básica de consumo. Los sectores duros del kirchnerismo piden mayor rigor. Días atrás, la diputada Cecilia Moreau amenazó a las cadenas: “Si siguen especulando -dijo- lo que habrá que hacer es tomar acciones concretas y clausurar las sucursales”.
Desde el supermercadismo respondieron: Víctor Palpacelli, el titular de CAS y FASA, que agrupan a los súper medianos y chicos del interior, señaló que “esas amenazas no tienen sentido, no suman y alimentan grietas”. El directivo explicó que “no somos el formador de precios, sino el último eslabón. Recibimos las listas de todos los proveedores con modificaciones de precios o de condiciones, mes a mes”. Es posible que repita estas explicaciones a la propia Español, ya que fue citado para este lunes.
“El Gobierno cree que la inflación es culpa del proveedor del supermercado. Sin embargo, para llegar a góndola con un producto, ellos reciben ajustes de insumos y materias primas que tiene que derivar a precios”, analizó Damián Di Pace, de la consultora Focus Market. El experto considera que la incertidumbre sobre una eventual devaluación del peso genera incertidumbre sobre los precios, “algo que elGobierno niega”.
Electrónicos, gastronomía y consumo masivo
“Los sectores de pequeños electrodomésticos o tecnología (celulares), textil, calzado, higiene, cuidado personal y alimentos y bebidas, son los más beneficiados en el corto plazo por los anuncios del Gobierno, mientras que la liberación de las restricciones sanitarias les dará oxígeno al turismo doméstico, la gastronomía y la recreación”, indica un informe de la consultora Abeceb. No obstante, aclaran que las trabas para importar y acceder al dólar oficial pueden reducir la oferta de insumos y bienes y “afectar las dinámicas productivas y comerciales hacia adelante”.
Para Abeceb, los ganadores en el actual contexto modificarán los gastos en los hogares en lo que consideran como una “revancha del consumo social”. En este sentido, indican que el consumo masivo (alimentos, bebidas, tocador y limpieza) continuará recuperándose “desde niveles muy bajos”. En primer lugar, destacan que la venta de bienes durables, como los electrodomésticos, se beneficia por dos razones: “Por algún mayor flujo de ingresos y por la mayor oferta de financiamiento”.
El consumo masivo, según datos de la consultora W, acumula una caída del 5% al mes de agosto. Sin embargo, el volumen de ventas varía según el canal de comercialización y el impacto de los programas Precios Cuidados y Súper Cerca. “En los supermercados aumentaron 2%, pero en los autoservicios cayeron 11%”, distinguió el especialista.
La diferencia obedece, coinciden los analistas sectoriales, al impacto dispar de las controles de precios, que supervisa la Secretaría de Comercio Interior. Precios Cuidados incluye una canasta de 670 productos básicos, cuyos precios se actualizan trimestralmente. El programa se aplica exclusivamente en las grandes cadenas de supermercados, como Carrefour, Cencosud (Jumbo, Disco y Vea), Día y ChangoMás (la ex Walmart), que representan el 35% del consumo total. “El resto se reparte entre autoservicios, almacenes, quioscos y farmacias”, dijo a Clarín Darío Hernández, analista de la consultora Scanntech.
Justamente para tapar ese bache, el Gobierno lanzó en junio pasado “Súper Cerca”, un programa de precios regulados diseñado para las pequeñas cadenas y tiendas de cercanía. Por ahora, señala Hernández, “no se reflejó en las ventas”. Existen varios factores, entre ellos que “se trata de una canasta muy chica de 70 productos, cuya distribución llega apenas al 20% de las tiendas”.
Eso ocurre, según este experto, por la composición de la canasta consensuada con los fabricantes. “Las marcas líderes tienen un nivel de penetración cercano al 60%, por su mejor logística y que ya estaban presentes en las góndolas. En cambio las segundas y terceras marcas tienen un alcance mucho menor”, dijo el especialista.
Oliveto sostiene que los programas tienen impacto para el consumo: “No son medidas inocuas”, señala. Pero sus consecuencias no son exactamente las que pretende el Gobierno. Sin buscarlo, tracciona tráfico hacia las grandes cadenas en perjuicio de los autoservicios y almacenes, “porque hay un consumidor que busca los productos más baratos. Si es justo o injusto, se puede discutir, pero con este nivel de inflación cumplen un rol”, comentó el entendido.
Sea como sea, las ventas de los supermercados aumentaron en forma interanual 4,2% en julio, el registro más alto en 14 meses, según datos del Indec. Para los analistas, Precios Cuidados se equipara con las tradicionales ofertas y promociones, una herramienta clave para atraer público a las grandes tiendas. El programa actualiza los precios cada tres meses, en acuerdos pactados con las cadenas y los fabricantes. La última fue en julio, cuando se fijaron subas promedio del 5%. La próxima llega a mediados de octubre, exactamente un mes antes de las elecciones legislativas.
La suba de precios, para el Gobierno, amortigua el impacto del dinero que está volcando al mercado: “poner plata en el bolsillo” de la gente para mejorar el humor social. Si bien la inflación desaceleró en agosto (subió 2,5% respecto al mes anterior) y fue el nivel más bajo de 2021, en lo que va del año ya acumula 32,3% y la variación interanual trepó 51,4%, siempre según el Indec.
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