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Extracto:La inversión en metales preciosos cuenta con múltiples ventajas que no ofrecen otros activos: el oro y la plata físicos están fuera del sistema financiero, carecen de riesgo de contraparte y actúan como activos refugio y protección del patrimonio y el poder adquisitivo.
La inversión en metales preciosos cuenta con múltiples ventajas que no ofrecen otros activos: el oro y la plata físicos están fuera del sistema financiero, carecen de riesgo de contraparte y actúan como activos refugio y protección del patrimonio y el poder adquisitivo.
La subida de precio que está protagonizando el oro en los últimos días está volviendo a poner en el mapa a los metales preciosos de inversión, un activo que cuenta con innumerables ventajas, pero que también tiene que enfrentarse a la competencia por parte de otros activos que buscan hacerse con el favor de los inversores.
Esto implica también que los metales preciosos tienen que abrirse paso entre una maraña de falsas noticias, mitos y desinformación. Como explica Stefan Gleason, invertir en metales preciosos no es complicado, ni tampoco son difíciles de entender las razones que motivan a los inversores: “el oro y la plata tienen una trayectoria de muchos siglos de uso como moneda. Los inversores los compran no para enriquecerse rápidamente, sino para preservar su patrimonio en el tiempo frente a las amenazas de la devaluación de la moneda y la crisis financiera”.
El problema es la falsa información sobre la inversión en metales preciosos que difunden los sectores financiero y monetario, y que puede llegar a confundir a los inversores. Por eso, Gleason aclara en su artículo lo que denomina “las cinco grandes mentiras sobre los metales preciosos de inversión”:
1. “El oro no es dinero”
A la banca, el sector financiero, los brokers… no les interesa que los inversores consideran a los metales preciosos como una inversión segura a largo plazo, lo que se conoce como “core holding”. Más bien, pretenden difundir la idea de que oro y plata son una “reliquia bárbara” del pasado, que ya no sirve como dinero.
Gleason recuerda el enfrentamiento que tuvieron, en el año 2011, el entonces presidente de la Reserva Federal estadounidense, Ben Bernanke, y el congresista Ron Paul (un firme defensor del movimiento a favor del oro y la plata como medios de pago legales en EEUU), que concluyó con el primero afirmando categóricamente que “el oro no es dinero”.
Una afirmación que, según Gleason, “es la gran mentira utilizada por los partidarios del dinero fiat y sus aliados ideológicos”. Curiosamente, su predecesor en la Presidencia de la Fed, Alan Greenspan, tenía una opinión bastante diferente de la cuestión: “el oro es la divisa global por excelencia. Es la única divisa, junto a la plata, que no requiere la firma de una contraparte y que no constituye una obligación de nadie”.
Además, la propia política de acumular reservas de oro por parte de los bancos centrales sirve para desmentir las palabras de Bernanke. No en vano, Estados Unidos cuenta con las mayores reservas en oro mundiales: nada menos que 8.133,5 toneladas, que representan alrededor del 75% del total de sus reservas en divisas extranjeras.
Los bancos centrales fueron unos activos compradores de oro durante 2018, el año más activo en este sentido del último medio siglo. Rusia y China han incorporado cientos de toneladas de oro a sus reservas. “Así que parece que el oro no es una reliquia bárbara para las grandes potencias mundiales que quieren desinvertir en dólares y protegerse frente a posibles amenazas por parte de los Estados Unidos”, asegura Gleason.
2. “La plata no es dinero”Relacionada con la mentira anterior, hay quien sostiene incluso que el oro es dinero, pero la plata no. En esta ocasión, el argumento es aún más contundente, ya que los llamados “Padres Fundadores” de los Estados Unidos (los siete que encabezaron la revolución y firmaron la Constitución, en 1776), definieron el dólar en relación con una determinada cantidad de granos de plata en la Ley de Moneda (Coinage Act) de 1792, dando valor legal a lo que era una práctica universal hasta entonces.
En concreto, el dólar se definía como equivalente a 371,25 granos (aproximadamente tres cuartos de onza) de plata. Por lo tanto, la auténtica base de la moneda circulante en los Estados Unidos era la plata.
Es cierto que, desde entonces, la plata se ha eliminado de las monedas circulantes y ha sido reemplazada por metales más baratos, y también que las reservas monetarias de los bancos centrales apenas incluyen plata. Sin embargo, este metal continúa siendo el dinero tangible por excelencia de los ciudadanos.
“En caso de que un colapso monetario obligue al público a librarse de los dólares fiat, la plata es mucho más operativa como moneda sustitutiva para el día a día”, asegura Gleason.
3. “Los metales preciosos conllevan demasiado riesgo para el inversor medio”Según explica en su artículo Stefan Gleason, esta mentira forma parte de la propaganda contraria al oro que utilizan los asesores financieros de Wall Street, a quienes no interesa que los inversores depositen su dinero en activos tangibles como el oro, ya que les impide cobrar las jugosas comisiones que se llevan por los activos financieros. Por eso califican al oro y la plata como inversiones “exóticas y arriesgadas”.
Como cualquier inversor prudente sabe, no es aconsejable invertir todo el dinero en el mismo tipo de activos. Por ello, los partidarios en la inversión en metales preciosos apuestan por un porcentaje de entre el 10 y el 25% de la cartera en oro y plata, ya que éstos no tienen correlación con las acciones y los bonos, por lo que suelen subir cuando los otros activos caen.
Por ejemplo, cuando los mercados de capitales se desplomaron en el año 2002, los metales preciosos subieron de precio. Cuando el sector financiero entró en crisis en 2008, el oro cerró el año con una moderada subida. Cuando los Estados Unidos padezcan una crisis monetaria provocada por la deuda (algo que muchos analistas creen inevitable), el mayor riesgo será no contar con un porcentaje adecuado de metales preciosos en la cartera de inversión
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