El dólar rompe récord en Colombia.

El dólar superó ayer 1 de noviembre la barrera de los $ 5.000 pesos colombianos y cerró con el precio más alto presentado por la divisa en toda la historia económica del país, pero ¿cómo afecta esto los bolsillos del colombiano común？

Es posible que creas que esto no te afecta, pero la economía es como un ecosistema donde todo está conectado... desde las vacaciones que tenías planeadas hasta comprarte una manzana se verá afectado por esta alza.

Es fácil decir: “ yo compro en pesos y no pienso salir del país por ahora, esto no me afecta”, pero una moneda que ha sufrido una devaluación del 24% en lo que va del año de una u otra manera terminará por afectar los ingresos de todos.

El dólar caro dejo de ser una preocupación de economistas y asesores financieros y se convirtió en un tema del que se habla en cualquier tienda de barrio.

Psicológicamente, golpea duro tener que multiplicar por cinco cada vez que se quiere saber cuánto vale en pesos el más reciente celular o consola de juegos, que ahora se pueden cotizar desde internet y cada vez lucen más inalcanzables.

El dólar, al ser la moneda de cambio global, es también un indicativo de cómo ven a un país y su economía desde el exterior, y esta alza también refleja que la imagen de Colombia en el exterior no es la mejor.

Al desvalorizarse el peso frente a la divisa estadounidense, empobrece el país, pues el salario mínimo, que el año pasado era de alrededor de 250 dólares, hoy está en 200. Es decir que el poder adquisitivo del peso se está mermando por dos razones, además, interconectadas: la inflación y la devaluación.

Mauricio Santamaría, presidente de la ANIF en Colombia, advierte que el dólar caro es muy dañino para la economía y para el colombiano de a pie, pues entre 25 y 30 por ciento de la canasta familiar está compuesta por productos importados, que se afectan cada vez que sube el dólar.

Y, cuando se piensa en importados, estos no se refieren a caviar, champaña o al último iPhone, sino a alimentos básicos como lenteja y ajo, mayoritariamente traídos del exterior, así como maíz, manzanas, uvas y peras. Aunque de ellos hay producción nacional, no alcanzan a satisfacer toda la demanda y, por tanto, es necesario importarlos.

Según el Dane, entre enero y agosto se importaron 7.624 millones de dólares de productos agrícolas, alimentos y bebidas (en ese grupo están los vapuleados fertilizantes por la guerra en Ucrania) y 2.583 millones de dólares de productos farmacéuticos y medicinales, así como infinidad de insumos que sirven para que la industria nacional produzca para el mercado local y también para que pueda exportar.

¿ganan los exportadores？

Se podría pensar que los principales ganadores son los exportadores, pues sus productos, aunque cuesten lo mismo en el exterior, ahora tienen más ganancias en pesos colombianos, pero la realidad es que los insumos para producir los bienes exportables también aumentan, disminuyendo nuevamente dicha ganancia.

Otro sector que se piensa puede salir beneficiado es el turismo nacional, puesto que los colombianos no saldrían a vacacionar al exterior y los extranjeros tendrían a Colombia como un destino turístico barato, pero lo cierto es que el precio de los insumos de las aerolíneas son todos en dólares y esto ya ha causado el aumento en los paquetes vacacionales de la próxima temporada.

Un grupo ganador neto con un dólar bordeando los 5.000 pesos es el de quienes reciben remesas del exterior. Estos giros ya alcanzan registros de 8.500 millones de dólares, una suma considerable si se tiene en cuenta que supera, por ejemplo, los 3.168 millones que entraron por exportaciones de café entre enero y agosto.

Daniel Velandia, economista jefe de Credicorp Capital, explica, sin embargo, que, aunque cada vez más hogares reciben remesas, estos son minoría en el agregado nacional. Asegura que, si se netean los posibles beneficios en exportaciones, turismo y remesas con todos los impactos negativos, el resultado es que el dólar a 5.000 pesos es más dañino que beneficioso para el país. “Y no solo en este momento, sino a futuro, pues, si con esa tasa de cambio la inflación se mantiene alta, el Banco de la República va a tener que seguir subiendo sus tasas de interés o va a tener que mantener la tasa más alta de lo actualmente estimado para 2023”, pronostica.

El fenómeno no es sólo en Colombia.

Como se sabe, el dólar está subiendo porque se le considera un activo refugio con el que las personas se pueden proteger ante la incertidumbre. Y esta parece reinar hoy, en medio de temores de una recesión y con un conflicto entre Rusia y Ucrania que no da señales de acabar pronto.

Según Juan Pablo Espinosa, director de Investigaciones de Bancolombia, aunque el dólar está subiendo en todo el mundo, en Colombia es una señal clara de un entorno de incertidumbre acerca del rumbo de la economía nacional, lo que afecta la confianza y el sentimiento tanto de los consumidores como de los empresarios. “Eso va a hacer que la incertidumbre supere a la cautela, impactando las decisiones de gasto de la gente, al tiempo que puede hacer que el fenómeno inflacionario sea más agudo al final del año”, afirma.

Conclusión.

Colombia se ha convertido en el país más devaluado entre los países emergentes, al respecto Santamaría también culpa a los desatinados anuncios del nuevo gobierno de causar miedo u desconfianza en la economía del país.

“Acá se siente el fenómeno mundial, pero también otras cosas, y estas son básicamente una serie de anuncios del Gobierno que tienen al mercado nerviosísimo. Que el sector petrolero se va a acabar, que la salud la van a reformar por completo, que control de capitales, etcétera. Son anuncios que, así después salgan a desmentirlos o a corregirlos, hacen mucho daño porque cuando el Gobierno habla la gente se asusta”. Y advierte sobre otro impacto negativo en el costo de la deuda. “Y eso lo pagamos todos con impuestos”, reitera.

La devaluación es parte de la cotidianidad en Colombia. El problema ahora es el valor nominal de 5.000 pesos, que se ve como un número muy grande, pero en realidad la devaluación de 2022 es la quinta más alta desde 1991.

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