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Extracto:Las interfaces cerebro-ordenador que permiten controlar un ordenador con la mente ya se están probando en humanos. Y están a punto de convertirse en un gran negocio.
Graham Felstead, que padece una parálisis severa, fue la primera persona a la que se le insertó un BCI a través de los vasos sanguíneos. El 'stentrode' Synchron le permite manejar una interfaz de Windows con su mente.
Business Wire
No. Esto es lo que realmente va a ocurrir: al principio, las personas con parálisis severa o sin extremidades recibirán estas interfaces cerebro-ordenadorpara ayudarles a moverse por el mundo con más autonomía. Los chips cerebrales les permitirán realizar acciones sencillas por sí mismos y reducirán la necesidad de cuidados permanentes.
Luego, cuando la tecnología empiece a ampliarse y más médicos se formen en el procedimiento, las BCI serán más fáciles y rápidos de conseguir. Podrían ayudar en cosas más cotidianas, como el control de la ansiedad.
Quizás más adelante se podría incluso jugar a los videojuegos con la mente.
“No veo una realidad ciberpunk”, afirma Tom Oxley, CEO de Synchron, que ya está probando su BCI en humanos. “Veo una industria médica que es más parecida a, por ejemplo, la cirugía LASIK.Será electiva. Será segura. Será invisible. Y te ayudará a relacionarte mejor con el mundo digital”, defiende.
El chip 'Neuroport' de Blackrock.
Blackrock Neurotech
El mayor problema era que ni la ciencia estaba preparada ni tenía los medios necesarios. De modo que, al igual que en la década de 1990, el Gobierno acudió al rescate. En 2013, una iniciativa de Obama comenzó a repartir millones en fondos federales para mejorar las BCI. Las baterías se hicieron más pequeñas y capaces de funcionar a menor temperatura. Los nuevos revestimientos de los electrodos y los vástagos de electrodos más pequeños redujeron la molesta reacción del cerebro a los implantes. Los investigadores empezaron a desarrollar chips que podían comunicarse de forma inalámbrica; el dispositivo de Synchron es inalámbrico, Blackrock tiene uno en desarrollo y una empresa llamada Paradromics tiene uno en pruebas con animales.
Neuralink, la empresa cofundada por Elon Musk, tiene mucho más dinero que sus competidores, pero mucho menos progreso.
Patrick Pleul/Associated Press
El Dr. Alex Morgan, socio de Khosla Ventures, apuesta por Synchron porque considera que su tecnología de stent es menos invasiva y más escalable que la matriz de Blackrock. “Una vez que estás ahí, en el cerebro, estás recogiendo información”, dice. “Estaré muy orgulloso si Synchron se convierte en un producto utilizado únicamente por personas con parálisis. Pero si me preguntas qué hace que sea una inversión de riesgo extraordinariamente emocionante, es precisamente por todo lo demás”.
Los inversores están entusiasmados con esas “otras cosas” porque abren mercados que van más allá de las personas con parálisis. Podría incluir soluciones para temas como la salud mental, por ejemplo, rastreadores del sueño o la capacidad de calmar la ansiedad. También podría incluir el mundo de los productos farmacéuticos. Tradicionalmente, las grandes farmacéuticas han evitado invertir en dispositivos médicos, que difieren de los fármacos en sus planteamientos de I+D, adquisiciones y aprobación reglamentaria.
Pero los chips implantables podrían proporcionar una gran cantidad de datos valiosos sobre cómo los medicamentos afectan a la compleja química del cerebro y cómo crear nuevos fármacos que sean más eficaces en el tratamiento de las enfermedades psiquiátricas. Al menos una empresa farmacéutica ya ha puesto en marcha su propio fondo de riesgo de neurotecnología, y es probable que otras le sigan.
Todo esto implicará complicadas consideraciones éticas y acuerdos de uso de datos. Recoger la actividad cerebral de las personas, al fin y al cabo, es mucho más invasivo que limitarse a seguir los anuncios en los que se hace clic. Pero parece que el futuro de la salud mental podría ser más electrónico que químico.
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“Los neurocientíficos, y los que convierten la neurociencia en empresas, están empezando a comprender el valor de esos datos”, dice Kruse, antiguo investigador de DARPA que dirigió una ronda de financiación inicial de 20 millones de dólares para Paradromics como socio de Prime Movers Lab, una empresa de capital riesgo que apoya a las empresas científicas emergentes.
Sea quien sea el primero en salir al mercado, la tecnología seguirá mejorando. Ya se están desarrollando nuevos tipos de BCI en el laboratorio: casi microscópicos, inyectables o con láser. El horizonte de la mejora técnica tardará probablemente 30 años. Pero los implantes cerebrales no tardarán tanto en crear un mercado lucrativo y cambiar el mundo de miles de personas con discapacidades graves.
Gerhardt, cofundador de Blackrock, recuerda haber asistido a una conferencia de neurociencia en la que había un panel de personas con parálisis y otra que había perdido un brazo. Todos ellos pedían que se les implantara una BCI lo antes posible: con cables, sin cables, difícil de aprender, lo que fuera. “Todos se daban cuenta de que no era algo perfecto, pero todos lo querían”, dice Gerhardt.
Parece que por fin lo van a conseguir.
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