Economía circular, la tabla de salvación para el planeta sí o sí

Tal como se esperaba, la COP26 en Glasgow hasta ahora no ha dejado de producir titulares alrededor de todo el mundo.

Entre los nuevos compromisos destacan detener la deforestación y reducir las emisiones de metano. En comparación con el dióxido de carbono, el metano es el gas de efecto invernadero mucho más potente, pero también de vida más corta y, por lo tanto, debería ser un éxito fácil para la política climática.

La mayoría de las emisiones de metano provienen de la agricultura y los combustibles fósiles, así como de otra fuente menos conocida: la descomposición de materiales orgánicos en basureros, por ejemplo.

Si bien la proporción de residuos que van a los basureros ha disminuido significativamente en Europa, todavía se sitúa en torno al 50% en Estados Unidos y China.

En muchos países en desarrollo, alcanza entre el 75% y 100%. Para empeorar las cosas, estos no son basureros sanitarios, que capturan tanto los gases de efecto invernadero como los lixiviados (líquidos que se generan por la descomposición de la basura y que son altamente contaminantes para el medio ambiente y los mantos acuíferos), sino abiertos y sin ninguna medida de seguridad.

De esta manera, poner en marcha la economía circular no solo se trata de reducir el uso de recursos primarios, sino también de proteger el medio ambiente.

Los países desarrollados parten de una base muy alta, ya que suelen tener un sistema de gestión de residuos establecido.

Si bien funcionan bastante bien, todavía hay potencial, especialmente relativo a plásticos. Los países en desarrollo parten de una base mucho más baja. Su objetivo principal debería ser establecer sistemas adecuados de gestión de residuos, comenzando por la recolección y terminando con el tratamiento.

Abandonar el uso de basureros y establecer soluciones de conversión de residuos en energía es un primer paso en la dirección correcta, que brinda beneficios económicos, sociales y ambientales.

Con todo, los economistas consideran que la Economía Circular como un tipo especial de historia de crecimiento estructural, si bien no exhibe las mismas tasas de crecimiento asombrosas que vemos en otros temas de inversión, es mucho más defensivo y está bien respaldado por la regulación mundial, lo que debería brindar un impulso duradero.

¿Qué es la economía circular？

De acuerdo con los especialistas, una economía circular es aquella que intercambia el ciclo típico de fabricación, uso y disposición a favor de la mayor reutilización y reciclaje posible. Cuanto más tiempo se usan los materiales y los recursos, más valor se extrae de ellos.

La economía circular propone cambiar la forma de producir y de consumir para poder tener un crecimiento económico, ya que la expansión del PIB se basa en un alto porcentaje en la extracción de materia prima de la naturaleza, pero esto llega a su punto límite.

Las ciudades están ocupando más espacios a costa de las zonas donde se producen alimentos. En el año 1900 las zonas urbanas o ciudades representaban el 14% de la ocupación del territorio.

En el año 2010, se llegó al 55% de ocupación en zonas urbanas y se espera que en el año 2050 se llegue al 66%. Eso significa que el sector agrícola debe ser más efectivo en producir mayor volumen de alimentos en menor superficie de terreno.

Estas zonas urbanas requieren 40,000 millones de toneladas de recursos y se espera que para el 2050 se requiera 90,000 millones.

Por tanto, cada vez más personas habitarán en las ciudades y por ende se requerirán más alimentos. En el futuro es muy probable que escaseen los recursos. Por eso, la transición hacia la economía circular es inevitable en prácticamente todos los países.

Parte de lo que es la economía circular tiene que ver con el rediseño de cómo estamos produciendo y utilizando recursos de la naturaleza para producir nuevos productos, para que desde el momento de la concepción del producto se vaya pensando en que no existe ciclo de vida y final de su uso o consumo, y que vuelva a la naturaleza.

En términos de gestión de residuos urbanos, un tercio de estos generados en América Latina y el Caribe aún termina en basurales o en el medio ambiente, advirtió la ONU Medio Ambiente en un informe regional.

Cada latinoamericano genera un kilo de basura al día y la región en su conjunto, unas 541,000 toneladas, lo que representa alrededor de un 10% de la basura mundial. La perspectiva es que la basura continúe creciendo y que en 2050 se alcancen las 671,000 toneladas de desechos.