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Extracto:Urgen soluciones globales para un problema que también afecta a todo el planeta
Desde la Cumbre de Copenhague en el 2009, los países desarrollados han asumido el pago de 100 mil millones de dólares al año a países en desarrollo, no solo para facilitar la transición energética, sino también para protegerse contra el cambio climático.
Este compromiso es también un componente crucial del Acuerdo de Paris. Sin embargo, los países desarrollados no han podido mantener su palabra.
Sus pagos reales sumaron un total de cerca de 80 mil millones en años recientes, lejos de la promesa de pagos por 100 mil millones.
Además, esta ayuda insuficiente está también mal distribuida, ya que Asia (43%) supera significativamente a África (26%) y a Latinoamérica (17%).
La presión adicional derivada de la urgencia se aborda ya en la COP 26 en Glasgow. El planeta necesita girar pronto hacia el camino correcto si queremos evitar un fracaso significativo de las metas del Pacto de Paris, con dramáticas consecuencias que esto conllevaría.
No podemos darnos el lujo de que los países en desarrollo se queden atrás. Sus necesidades son sustanciales dadas las circunstancias. Una ubicación geográfica más equilibrada de los apoyos en favor de África es también prioritaria.
En cuanto al primer punto, los países emergentes se han atrasado significativamente en la restauración de las condiciones precrisis, mientras que los países desarrollados regresarán a niveles de 2019 este mismo año.
Los países en desarrollo no tienen los recursos para financiar la transición energética, necesitan ayuda. La región que experimenta el crecimiento demográfico más rápido actualmente es África. Esto también aplica para el futuro. El continente necesita apoyo para superar los obstáculos relacionados con el clima en su ruta.
Para enfrentar el reto del cambio climático, la única solución posible es una solución global. La solidaridad entre todos los agentes involucrados es prioridad con el fin de lograr los objetivos del Pacto de Paris.
La meta principal de Glasgow será entonces reducir las emisiones de gas de efecto invernadero y crear las condiciones para inversiones efectivas de cada país no solo local sino también globalmente, en una apuesta por recuperar el tiempo perdido.
Las señales no se equivocan. Los bonos verdes se han convertido en una clase de activo obligatoria para los inversionistas interesados en poner en práctica estrategias bajas en carbono. El 2021 ya ha demostrado ser un año récord, con nuevos temas relacionados con la sostenibilidad que se estima alcancen cerca de $900 mil millones de dólares en valor, incluyendo más de $400 mil millones en bonos verdes.
Este impresionante crecimiento puede atribuirse a continuos temas gubernamentales, por ejemplo, en Italia y España, junto con factores de bonos corporativos.
Además, se espera que esta tendencia se siga fortaleciendo en los próximos años: la Unión Europea por si sola planea emitir unos €250 mil millones en bonos verdes en los próximos años. La oleada verde llegó para quedarse, y nuestros criterios para seleccionar bonos necesitan volverse más estrictos.
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