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Extracto:Los modelos iniciales no alertan sobre tiempos climatológicos extremadamente adversos, pero todo puede cambiar
El mercado de la energía sigue convulsionado. Los precios del gas natural en Estados Unidos aumentaron ayer más de 10 por ciento debido a las perspectivas meteorológicas a corto plazo, que apuntan a un comienzo temprano del invierno.
Sin embargo, los temores sobre el suministro parecen estar fuera de lugar, ya que el almacenamiento sigue holgado, el cambio de gas a carbón en las plantas de energía deja espacio para una fuerte demanda de exportación, y las proyecciones a más largo plazo apuntan a un invierno templado.
Parece como si la multitud alcista de las materias primas se trasladara al mercado estadounidense del gas natural y apuntalara los precios allí.
Los analistas se ciñen a la visión de que los precios bajarán y se mantienen con posiciones cortas. Pero, los precios, que antes estaban algo protegidos de las turbulencias en los mercados energéticos, aumentaron ayer más de 10% por arriba de 6 dólares por millón de unidades térmicas británicas (BTU).
La perspectiva de un clima más frío en los próximos días aparentemente avivó los temores sobre el suministro.
Dicho esto, el almacenamiento de gas natural en Estados Unidos sigue holgado, justo por debajo de los promedios estacionales, y últimamente se ha estado relajando en lugar de ajustarse, de acuerdo con los análisis de varias consultoras.
Los aumentos de precios de los últimos meses provocaron un cambio del uso del gas al carbón en las centrales eléctricas, lo que, en consecuencia, sobrecargó la demanda interna y aumentó la oferta para las exportaciones extranjeras.
Por su parte las terminales de licuefacción de Estados Unidos operan a plena capacidad para satisfacer la gran demanda de Asia y Europa.
Los modelos meteorológicos a más largo plazo hasta ahora apuntan más bien a un invierno suave, que encaja con el fenómeno de La Niña recientemente asentado en el Pacífico.
Este fenómeno meteorológico tiene consecuencias globales y tiende a coincidir con temperaturas invernales superiores a la media en las zonas orientales de América del Norte.
La escalada de los precios de la luz y el gas está despertando cada vez más preocupación, ya no sólo por este hecho en sí, sino por la época en la que está sucediendo.
En breve, llegarán los meses invernales en los que más dependeremos de estos recursos, y su escasez y elevado precio coincidirán con una mayor demanda en todo el hemisferio norte. Sin embargo, no todos los inviernos son iguales; una temporada suave podría facilitar las cosas mientras que una especialmente adversa podría complicar el problema más aún de lo esperado. ¿Pero cómo será el invierno?
Lo primero a lo que vamos a recurrir ante estas dudas es a las ya conocidas previsiones estacionales. Son predicciones en su mayoría experimentales, muy generales, con un marcado interés científico y normalmente poco útiles cuando van dirigidas al público general.
Aun así, se recurre mucho a ellas y forman parte de las noticias que se consultan con frecuencia en el ámbito de la meteorología. En cierto modo, pueden tener una importante validez cuando se elaboran desde un punto de vista probabilista y general, enfocándose a patrones de circulación global y no tanto a previsiones locales.
Este año, lo cierto es que las previsiones estacionales no muestran un invierno especialmente anómalo en cuanto a temperaturas promedio en la Península Ibérica y en buena parte de Europa, ni tampoco en precipitaciones. Es decir, según la predicción estacional por conjuntos del centro europeo (ECMWF), el trimestre de diciembre, enero y febrero debería transcurrir con valores normales de precipitación y en promedio normal o ligeramente cálido en temperaturas en el más probable de los escenarios.
Pero, el tiempo no tiene palabra, ni los mercados.
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