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Extracto:El país sólo es una muestra más en la historia de disturbios sociales que tiene la región por cambios que no han llevado a ningún lado.
Latinoamérica es una región en la que el tiempo y el espacio es muy relativo; en estos países, todos sin excepción, es posible encontrar os mayores avances tecnológicos vigentes en el planeta, pero combinados con el atraso, la pobreza moderada y extrema y la ignorancia.
La región avanza a pasos agigantados en muchas cosas, y retrocede en la misma magnitud. Nada en Latinoamérica es definitivo ni fácil.
Pero si algo la caracteriza es su reticencia al cambio, para bien y para mal; de hecho, ni siquiera se sabe bien a bien qué cambio es bueno y cuál es malo, hasta que está ya en marcha, para entonces las reacciones suelen ser virulentas.
Hace unas semanas Colombia era una nación que lidiaba con la crisis, como todos los países de la región, pero con la expectativa de salir de ella rumbo a un mejor futuro.
Hoy el país enfrenta una crisis más, esta vez aderezada con el encono social que ha dejado muertos y heridos. No es una crisis cualquiera, por muchas cosas.
En el fondo, es la muestra de que Latinoamérica sufre mucho cada que se pretende hacer un cambio de gran calado, para bien o para mal.
Esta es la causa de la crisis colombiana, pero llámese como se llame, es en realidad sólo un reflejo de la situación latinoamericana, una región que dista mucho de ser esa parte del mundo con perspectiva de desarrollo económico, no por el momento y no en prácticamente ninguno de los países que la conforman.
La reforma fiscal
La causa principal del estallido social colombiano fue la propuesta de reforma fiscal presentada por el gobierno de Iván Duque.
Esta propuesta de ley denominada Ley de Solidaridad Sostenible, tenía el fin de recaudar un total de 6,300 millones de dólares para reducir el déficit fiscal y pagar la deuda pública. También, entre los objetivos de la propuesta estaban evitar que la deuda colombiana generase la pérdida de más puntos en las calificaciones de riesgo internacionales, institucionalizar la renta básica y crear un fondo para la conservación ambiental.
En el papel estás metas parecían las adecuadas para lograr la recuperación económica de un país golpeado por la crisis, entonces, ¿qué pasó?
Para entender el rechazo social debemos hacernos una pregunta clave: ¿Cómo planeaba el gobierno alcanzar estas metas y de donde sacaría dicho dinero?
De acuerdo con el ministro de economía, el 73% de estos fondos se recaudarían de las personas físicas y el resto de las empresas, es decir, la mayor parte del dinero saldría de los bolsillos de los propios ciudadanos y en el contexto de la situación económica de Colombia esto era un golpe directo al ciudadano común.
¿Y porqué?, porque sólo hay dos maneras de que los ciudadanos paguen más impuestos a su gobierno: aumentando los que ya pagan, o pagando nuevos impuestos.
Por ejemplo, el gobierno sugería un impuesto a la renta para aquellas personas que tienen un sueldo mensual superior a 667 dólares, cifra que en un país donde el sueldo mínimo son 234 dólares engloba a la clase media, media baja.
Asimismo, el proyecto de ley incluía la aplicación de IVA en los productos de primera necesidad como el agua la luz o el gas, en los servicios funerarios o los productos electrónicos.
También, se proponían medidas fiscales para los sectores de la sociedad de una renta mayor a través de impuestos extraordinarios de 1% para las personas con un patrimonio entre 1.35 millones de pesos y de 2% para aquellos con uno mayor a 4 millones de pesos. El rechazo social a la reforma obedece en gran medida a la gran presión fiscal que supone para la población con menos recursos, que también son los que más han sufrido la pandemia del coronavirus, encarecer productos de primera necesidad, para este sector de la sociedad más vulnerable.
Algunos economistas indican que sería más indicado recaudar fondos en otros sectores como el financiero, mientras otros argumentan que incrementar impuestos únicamente en estos sectores no sería suficiente como para saldar las deudas colombianas.
Colombia y Latinoamérica está en una gran encrucijada, el desarrollo para millones de ciudadanos es uno de los grandes pendientes generacionales, y cuando se intentan fórmulas para allegarse de recursos e impulsar estos cambios, las afectaciones que se hacen encienden a las sociedades de la región, sin contar con la extensa historia de corrupción que en todos los países han provocado atrasos.
Cambiar a Latinoamérica será una labor de mucho tiempo, una labor generacional; lejos está la región de ser una zona de prosperidad y desarrollo, eso sólo existe en los discursos trasnochados de sus líderes.
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