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Extracto:Es probable incluso que nunca más el presidente saliente pueda volver a elegirse, tiene pendiente un impeachment.
El dólar se depreció 9.54 por ciento frente al euro en la era Trump, es decir entre aquel 8 de noviembre de 2016 cuando ganó la presidencia a la demócrata y ex primera dama Hillary Clinton, y este viernes 15 de enero, el fin de semana previo a la entrega del poder que hará, lo quiera o no, a otro demócrata, a Joe Biden.
En el balance, parecería un mal saldo para la moneda estadounidense por su marcada debilidad a lo largo de la llamada “era Trump”, el dólar pasó todos estos años débil frente a prácticamente todas las monedas de las naciones industrializadas y también para muchas emergentes.
Pero no lo es, en realidad esta debilidad del dólar fue una gran aliada para el objetivo de Trump, o cuando menos para intentar mantener dicho objetivo como parte vital de su tarea y “decirle” al electorado que no cejaba en su labor de Hacer Grande a América, si lo consiguió o no es ya otro tema.
Pero en el fondo dos factores contribuyeron a la debilidad de dólar en estos poco más de 4 años; por un lado, la debilidad de la economía mundial, que no encontró grandes incentivos para redireccionar los flujos monetarios a otras divisas. Salvo la moneda china, con sus características particulares, no hay muchas más opciones.
Pero también está la debilidad incentivada desde las cúpulas estadounidenses porque un dólar débil era, por mucho, un gran aliado para el impulso económico. Un dólar débil aumenta la competitividad de los productos estadounidenses en todo el mundo, lo que abarata sus exportaciones y fortalece al sector manufacturero, lo que de paso incrementa el empleo.
Como sabemos, la gran oferta económica de Donald Trump fue “regresarle” a Estados Unidos su grandeza económica por medio de un fortalecimiento de la industria manufacturera con el regreso de empresas que en otros años se habían ido del país, lo único que no dijo es que se fueron por ventajas competitivas como menores costos, no tanto porque dejaran de ser estadounidenses.
Esta debilidad del dólar era, como señalamos, una gran aliada para los objetivos de la administración que termina este 20 de enero. En realidad, hasta el mes de enero de 2020, es decir el año pasado, todo indicaba que no habría quien le pudiera ganar a Trump en las elecciones de noviembre de ese año, parecía que el presidente se presentaría al día de la elección por un mero trámite pero que sería un auténtico “día de campo” por la facilidad con la que, según las pocas encuestas de entonces, lograría la reelección.
Si bien, hasta entonces los resultados no habían sido tan espectaculares en materia de crecimiento, con una media de apenas 2 por ciento en el PIB, en otros indicadores sí se reflejaban cifras importantes como la del pleno empleo a la que llegó Estados Unidos entre los años 2017 y 2018, con la tasa de desempleo en niveles mínimos históricos. Lo anterior sin olvidar las utilidades históricas que obtuvieron las empresas por esos mismos años, más la bonanza en el mercado de capitales, con niveles históricos constantes. Nada parecía nublar el panorama.
El dólar, aunque débil en los mercados globales, era como señalamos anteriormente el gran aliado de los objetivos de crecimiento, la divisa impulsaba con su debilidad al sector externo estadounidense.
Pero, llegó el factor que como sabemos lo cambió todo no solamente en Estados Unidos, sino en el mundo entero. El coronavirus cambió todo lo que estaba vigente, modificó los escenarios sanitarios, económicos y hasta políticos; fue poco percibido en su momento, pero el virus sacudió los cimientos de la administración Trump, el desplome económico, la mala gestión sanitaria que ha cobrado la vida hasta el momento de 390 mil estadounidenses y los errores políticos que incluyen una postura política ajena a los valores democráticos del país, han terminado con la aventura de Trump en la presidencia de la mayor economía del planeta.
En realidad, el balance de Donald Trump al frente de la presidencia de Estados Unidos puede resumirse en dos etapas: la primera de poco más de tres años, sus primeros tres años como presidente; en dicha etapa el balance es completamente positivo, con economía en crecimiento, bajo desempleo y en consecuencia mucho empleo, bonanza empresarial, bolsas de valores en apogeo, y expectativas positivas.
Para la segunda etapa, la que inició justo hace un año cuando a mediados de enero el virus empezó a consolidarse como una clara amenaza económica para el mundo, la era Trump de plano colapsó, en unos meses perdió todo lo que había ganado.
Desde luego ni Trump ni nadie es culpable de la pandemia, pero sí de la gestión sanitaria y económica, eso tiene consecuencias.
Es muy probable incluso que la era Trump hay terminado para siempre ya que por el papel del presidente en los disturbios del 6 de enero cuando una turba irrumpió en el Capitolio arengada por el propio presidente estadounidense, este sea sometido a un juicio (Impeachment), sin importar que haya finalizado su presidencia, es altamente probable que sea inhabilitado de por vida para ocupar algún cargo público.
En cuanto al dólar, parece que ahora sí enfrentará un periodo de verdadera volatilidad, su perspectiva de corto plazo es incierta según algunos análisis y aunque Estados Unidos mantendrá su papel protagónico en la economía y el dólar igualmente, los estragos de una mala administración pasarán factura.
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