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Extracto:*La historia podría repetirse; los vasos comunicantes en las economías ahora son más profundos que en otras épocas.
En la entrega pasada señalamos al factor político como uno de los 3 grandes retos que debe enfrentar Latinoamérica el año siguiente. Los otros dos consisten en mantener y/o atraer las inversiones, además de fomentar e incrementar los niveles de crecimiento; los tres retos se complementan.
Pues bien, este mismo domingo el presidente interino de Perú, Manuel Merino, presentó su renuncia al cargo. Asumió la presidencia del país apenas el pasado martes 10 de noviembre después de que el congreso destituyera del cargo a Martín Vizcarra bajo el cargo de “incapacidad moral permanente”; Merino estuvo en el cargo apenas 4 días, tiempo en el que violentas manifestaciones sacudieron a Perú y derivaron en la renuncia del efímero mandatario.
El riesgo político en la región es real y preocupante; como señalamos en la entrega pasada, este análisis no tiene como fin explorar la situación política de la región ni mucho menos pronunciarse a favor o en contra de alguna de las posiciones en el país que sea, sino informar a partir de la coyuntura lo que puede suceder en los mercados, particularmente en las divisas.
Es un hecho, Perú está sumido en una gran crisis política y por lo tanto sus mercados son altamente riesgosos, es muy probable que el sol peruano, la moneda de la nación, sufra las consecuencias. Posiblemente este año los riesgos se reflejen poco debido a que en esta parte del mundo estamos por iniciar un periodo prolongado de asueto, diciembre por lo general es un mes en el que disminuye considerablemente la actividad y con toda seguridad sucederá nuevamente en un año tan complicado como este.
Pero 2021 ya tiene riesgos antes de iniciar tanto para Perú como para varias naciones de la región; es cierto que Perú no es una economía relevante en el mundo, pero en su entorno sudamericano puede poner en aprietos al resto de los países por los vasos comunicantes de las economías.
Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, e incluso Argentina y Uruguay, son países que podrían resentir los efectos negativos, junto con sus divisas, de una crisis peruana que parece no tener fin.
Perú es un importante mercado de materias primas, durante algunos años de la década, sobre todo a inicios, tuvo periodos de bonanza y cierto fortalecimiento económico derivado de sus exportaciones de diversos commodities, sobre todo a la región asiática, parecía que el país junto a otros de la zona iniciaban una era de crecimiento y desarrollo económicos sostenidos; algunos economistas llegaron a decirles los “tigres sudamericanos”, en referencia a los tigres asiáticos de finales del siglo pasado.
Pero tanto a Perú como a los otros países de la región, exportadores de materias primas, le pasó lo que le sucede a casi todas las naciones latinoamericanas: concentraron su mercado, no aprovecharon el periodo de bonanza y dilapidaron el dinero en todo tipo de gasto y no en la creación de infraestructura o el desarrollo tecnológico. Las consecuencias empezaron a sentirse con la desaceleración del crecimiento global iniciada en 2015, que limitó el crecimiento de la demanda de materias primas.
El panorama es peor porque se espera que naciones como China y no demanden las mismas cantidades de commodities de otras épocas aun con la previsible recuperación que tendrán a parir del año siguiente, debido a que internamente han realizado acciones para depender menos de los mercados externos, eso pone en predicamentos a las naciones sudamericanas no tendrán el mismo factor de expansión de otras épocas.
Crisis económica y política muchas veces van de la mano, algunas veces no se sabe incluso cuál fue primero, cuál de ellas determinó que la otra surgiera o se fortaleciera, es el caso de Perú. La crisis económica que el país experimenta desde antes de la llegada de la pandemia global, a causa del desplome de su mercado de commodities, ha derivado en una crisis política que impactará sí o sí a la economía y desde luego a la divisa.
Si Perú no encuentra la receta para salir de las dos crisis que ahora padece, puede contagiar a varios países que igualmente dependen de mercados muy similares a los de Perú.
Es importante seguir el desarrollo de los acontecimientos en el llamado país andino. Ojalá en este caso la historia no se repita, aunque parece que el ciclo nos vuelve a llevar al punto de partida. Mucho se ha especulado sobre si Latinoamérica pasará por otra década perdida como la de los años ochenta del siglo pasado.
Lo anterior desde luego es imposible saberlo, pero los escenarios en la región cada vez se parecen más a los que padecimos en aquellas épocas. Entre ellos, la aparición de crisis políticas que descarrilaron a las economías y que al margen de las posturas ideológicas sólo llevaron a la región atraso y pobreza, entre otras consecuencias negativas.
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